"Hay hombres que de su cencia
tienen la cabeza llena;
hay sabios de todas menas,
mas digo sin ser muy ducho,
es mejor que aprender mucho
el aprender cosas buenas"
(Martín Fierro)

jueves, 22 de octubre de 2009

¿ENSEÑANZA? O ¿BUENA ENSEÑANZA?

Al agregar la palabra buena delante de enseñanza estamos haciendo alusión tanto a lo moral como a lo epistemológico del término. En el sentido moral, equivale a preguntarse qué acciones docentes pueden justificarse basándose en principios morales y son capaces de provocar acciones de principio por parte de los estudiantes. En el sentido epistemológico, implica preguntarse si lo que se enseña es racionalmente justificable y digno de que el estudiante lo conozca

El marco para la Buena Enseñanza describe lo que los docentes deben saber y saber hacer en su desempeño profesional.

Entendiendo al hombre como “substancia espiritual, racional, singular, libre, responsable, encarnada y mundanizada” (Nosengo, 1978:33), es necesario tener en cuenta que toda acción pedagógica que a él se dirija deberá ordenarse a las características de la persona humana antes mencionadas.

Ahora bien, atendiendo a esta unidad indisoluble que es el ser humano, se entenderá la educación como la acción educadora intencional “desarrollada por un hombre en servicio de otro hombre, para educarlo” (Nosengo. 1978:23). Para que sea posible esta educación, es necesario tener en cuenta que el hombre es un ser en desarrollo, perfectible; esto es justamente lo que da lugar a la acción educativa. “La acción educativa será, por lo tanto, una acción social, dirigida del maestro al alumno y consistente en una ayuda orientada a hacer más expedito, más rápido y más seguro el camino del educando hacia la posesión de la ciencia y la virtud”.

Debemos tener en cuenta, que todo docente, para poder ayudar a sus discípulos a recorrer el camino de la virtud y el conocimiento, primero debe haberlo transcurrido él; de lo contrario solo logrará desviar al estudiante de su meta. De lo antes mencionado se desprende que el maestro debe, ante todo ser virtuoso; ya no alcanza solamente con poseer el conocimiento teórico, es necesario además, que el mismo sea un ejemplo de vida, un modelo a seguir por el alumno.

Asimismo, el docente debe basarse en las competencias de sus alumnos, en el dominio de los contenidos que enseña, diseña, selecciona y organiza, en las estrategias de enseñanza que otorgan sentido a los contenidos presentados y en las estrategias de evaluación que permiten apreciar el logro de los aprendizajes de los alumnos.

La labor docente es una tarea que requiere de mucho sacrificio y vocación, de ingenio y creatividad, y por sobre todas las cosas, de amor.

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